domingo, 24 de abril de 2016

APAGANDO FUEGOS PAGANOS (5)-.

No podía salvarnos sólo; los candelabros en la cúpula de la iglesia se movían; una sombra bajó desde ella. No estábamos solos; yo quería irme de mi cuerpo, volverme viento. Fue su risa desquiciada lo que te despertó; miraste hacia abajo tu piel roja con ampollas y sacudiste los pies como pudiste; verte recobrarte me llenó de fe. No podríamos evitar ser heridos pero acabaríamos con ésto. Invocamos al dios; no dañaríamos a nadie, haríamos que nuestras leyendas paganas fueran olvidadas.

"Somos hijos del ciervo de siete púas,
hijos del sol, de las ráfagas de olvido de un mar profundo
en el baile de las almas olvidamos,
Esperaremos
Esperaremos
Esperaremos
Somos hijos del ciervo de siete púas,
que dormido, tiene su sombra en los caminos
de todas las noches,
(el fuego se apagó)
¡Seremos hijos del olvido, del destiempo, del pasado!
Pasado
Pasado
Pasado
¡Por el dios y su consorte que así sea!".
Ella me despertó.

                                                                                                   (Continuará...)

MARLENE IZQUIERDO
(Punto Fijo, Venezuela).

jueves, 7 de abril de 2016

Agni e Indra

Agni, el Sol generador, maravilloso manantial de vida, surge resplandeciente, en la noche de las edades, como el ser que da vida y también hace morir. Y Agni, el Penetrante, porque quema, el Venerable, porque es el padre de la Vida, aparece en la India, misteriosa y bella, sobre las tierras primeras, emergidas de los mares en el nacimiento del mundo. Y ante el miedo de la obscuridad y ante el temor de que el fuego se apague o muera, la compañera del hombre, la mujer, es la encargada de alimentarlo y es en sí, la salvadora de este Salvador, que es el brillante ojo del mundo (...). La Horda entera y luego cada hombre y cada mujer dan las gracias a Agni, que trae la luz del día que nace, en la rosada aurora, término de los terrores de lo desconocido, mientras allá en la lejanía rugen las fieras, atisbando a la presa humana. (...) Agni, que es El Puro en la India, se transforma en Indra, el poderoso Sol, vencedor de las nubes, el cual sobre un carro tirado por veloces corceles, armado de arco y flechas, rueda y retumba en el trueno, allá en la altura, fecundando la tierra con el calor de sus rayos y las lluvias que hace verter de las nubes, al horadarlas con sus agudas flechas. (...).

Fuente: Revista "El Grillo" (década del '50, Montevideo).`[Resumen].-