jueves, 29 de octubre de 2015

¿Qué tal el miércoles, el día de Mercurio?

Muchos han creído que la semana tuvo origen en los siete astros visibles a simple vista, que recorren el zodíaco celeste. Para los antiguos astrónomos y astrólogos estos astros eran el Sol, la Luna y los cinco planetas mayores: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Observaremos, ante todo, al respecto, que el hecho de asociar el Sol y la Luna, astros de tanta luz y de tan sensible diámetro, con los cinco planetas nombrados, no es cosa que pueda esperarse de las cosmografías primitivas. (...) Es necesario además haber reconocido que Mercurio y Venus, como estrellitas matutinas,son las mismas que Mercurio y Venus como estrellitas vespertinas. Todo esto parece que era conocido por los babilonios, al menos en la época de Nabucodonosor, el cual, en una inscripción suya se jacta de haber erigido un templo a los siete dominadores del cielo y de la tierra. (...) La semana de los babilonios (...) no era una semana planetaria, como la nuestra, sino que se regulaba sobre los cuartos de luna. (...) 
El más antiguo uso de la semana libre y uniforme se encuentra entre los hebreos (...). Las numerosas relaciones pacíficas o guerreras de los judíos con Roma, que se había tornado heredera de los reyes de Siria, tuvieron por efecto hacer conocer a los romanos la semana y el sábado aún antes de la constitución del Imperio: Horacio, Ovidio, Tibulo, Persio, Juvenal hablan del sábado como de algo muy conocido(...).
  (...) El descanso de los judíos y la fiesta semanal de los cristianos no se celebraban más al mismo tiempo (pero) para unos y para otros el sábado caía en el mismo día (y) ningún cambio se tuvo en los tiempos de Constantino, cuando a los nombres de dies Lunae [día de la Luna], dies Martis [día de Marte], dies Mercurii [día de Mercurio*]... tratóse de substituir las denominaciones menos paganas de feria secunda, feria tertia, feria quarta, etc., si bien con poco éxito. (...).

* Dies Iovis (día de Júpiter), dies Veneris (día de Venus), dies Saturnis (día de Saturno), dies Dominus (día del Señor), completan la semana. Este último, el domingo, estaba dedicado antiguamente al Sol (dies Solis), y esta denominación aún se conserva en las lenguas anglosajonas: Sunday, el día del Sol. También en Monday, día de Monna, la diosa Luna de los celtas. A la diosa escandinava del amor, Freya,  le fue consagrado el viernes (Friday). (N. de la R.).

Fuentes:"La Astronomía en el Antiguo Testamento", Juan V. Schiaparelli, Espasa-Calpe Argentina, S.A./Colección Austral (1945); "Diccionario Mitológico", Carlos Gaytán, Editorial Diana (México, 1999).

sábado, 24 de octubre de 2015

Hyerónimus

 Con este enigmático seudónimo firma sus textos un lector de Obscuri.
 Recientemente los dejó en la Librería Pigmalión, como si hubiesen sido escritos sobre pergamino en el siglo tercero de la era cristiana,  en estilo sentencioso, casi bíblico...
  Sebastián Romero -Hyerónimus-, nació en San José de Mayo (Uruguay) en 1980. A continuación una parte de "Homenaje a Dios", poema en prosa que se publicará en el Nº 54.

Ese ser despertó a las cinco y treinta de la madrugada sin recordar sus sueños en el sabath blanco y vio todo el transcurso de la madrugada hacia el amanecer. La maldad -entre la raza humana toda- nace a causa de un mal de infinita y atávica antigüedad. Cuando en el infinito desierto construyeron la Torre de Babel, o sea, la Torre de Babilonia, la gran ramera queriendo llegar demasiado alto en su estructura-mole, como una espiral de escalera caracol hacia el cielo; allí surgió la raíz del mal y Dios decidió desunir todo el planeta en países. Que todos hablaran en diferentes idiomas sin entenderse, pues, si hubiera un sólo idioma no habría el horror que viene del pasado al futuro; ni pestes, guerras, locura, hambre y muertes.

lunes, 12 de octubre de 2015

Bailando entre los muertos

Verónica aspiró el viento con aroma a sal y mar. Algunos granos de arena se escurrieron entre los dedos de los pies. Un albatros chilló sobre su cabeza. Las dunas creaban signos a lo largo de la playa; las formas de arcaicos dioses aztecas danzaban y se desplazaban en alas del viento. La muchacha supo que cada símbolo que se manifestaba en el suelo, era un reflejo de los secretos que encerraba su subconciente. Un halcón; su apego a la libertad; un gran oso, su posesivo padre; un cisne con el cuello caído, su inseguridad...
  Pero en la vida real no se modifica el medio ambiente en concordancia con el subconciente... No, otra vez es un sueño...   
  Despertó.
  El gel que nutría su cuerpo se agitó unos instantes. diminutas luces azules se encendieron y la tiñeron con un resplandor metálico.
  Abrió los ojos.
  La geometría hexagonal del habitáculo varió hasta agotar todas sus posibilidades; los acutángulos fueron obtusángulos y viceversa.
  Otra vez la pesadilla...
  Comenzó a sentir el débil murmullo de los millones de personas, hombres y mujeres encerrados como ella, esperando una cura que todavía no llegaba.
  -Calendario, ¿cuánto hace que estoy aquí? -preguntó sin mover los labios.
  -Mil cuatrocientos veintidós años, seis meses, tres semanas, cuatro días, seis horas...
  -Basta. Gracias.
  La voz de la máquina se diluyó ante la orden de la muchacha. Los ecos parecieron los que provoca un golpe de un metal con otro en un lugar vacío.

MARÍA CRISTINA CHAGAS 
(Publicado en "Diaspar", Nº 2, junio 1995, Montevideo)-.