viernes, 29 de enero de 2016

CANCIÓN DE CARNAVAL

Le carnaval s'amuse!
Viens le chanter, ma Muse...
                                   BANVILLE


Musa, la máscara apresta,
ensaya un aire jovial
y goza y ríe en la fiesta
     del carnaval.


Ríe en la danza que gira, 
muestra la pierna rosada,
y suene, como una lira
       tu carcajada.


Para volar más ligera
ponte dos hojas de rosa
como hace tu compañera
        la mariposa.


Y que en tu boca risueña,
que se une al alegre coro,
deje la abeja porteña
       su miel de oro.


Únete a la mascarada,
y mientras muequea un clown
con la faz pintarrajeada
       como Frank Brown;


Mientras Arlequín revela
que al prisma sus tintes roba
y aparece Pulchinela
        con su joroba.


Di a Colombina, la bella,
lo que de ella pienso yo,
y descorcha una botella
       para Pierrot.


Que él te cuente cómo rima
sus amores con la luna
y te haga un poema en una
          pantomima.


Da al aire la serenata,
toca el auro bandolín,
lleva un látigo de plata
         para el spleen.


Sé lírica y sé bizarra;
con la cítara sé griega;
o gaucha, con la guitarra
        de Santos Vega.


Mueve tu espléndido torso
por las calles pintorescas,
y juega y adorna el corso
        con rosas frescas.


De perlas riega un tesoro
de Andrade en el regio nido,
y en la hopalanda de Guido,
          polvo de oro.


Penas y duelos olvida,
canta deleites y amores;
busca la flor de las flores
           por Florida.


Con la armonía le encantas
de las rimas de cristal,
y deshojas a sus plantas
           un madrigal.


Piruetea, baila, inspira
versos locos y joviales;
celebre la alegre lira
       los carnavales.


Sus gritos y sus canciones, 
sus comparsas y sus trajes,
sus perlas, tintes y encajes
           y pompones.


Y lleve la rauda brisa,
sonora, argentina, fresca,
la victoria de tu risa
        funambulesca.


                  RUBÉN DARÍO
                     Prosas Profanas

(Colección Austral, Espasa-Calpe Argentina, 1952; 4ª edición)
Félix Rubén García Sarmiento, 1867-1916 (nicaragüense).



sábado, 23 de enero de 2016

BIBLIOFILIA

  Como parecía que tenía un audífono para sordos, le hice señas para que dejara el libro en otra repisa. El señor setentón me aclaró que lo quería comprar. Escuchaba una pequeña radio a pilas y el susurro de ignotos locutores nos acompañó mientras permaneció en la biblioteca.  Finalmente se llevó las "Parábolas" de Rodó y prometió asociarse. Quince minutos después llegó un joven estudiante de Antropología:
 -¡No puedo creer que tengan el libro del "Turco" Abdala! -dijo sorprendido, mirando de reojo la mesa de las novedades...
 -Fue donado hace poco... -comenté.
 -¡Me lo llevo! -añadió, bajando un grueso tomo de la Enciclopedia Jackson, además. Cuando salía entró una muchacha, también estudiante, que sin saludar pidió algo de mitología griega. Quería ser docente de literatura.
 Una mujer de mediana edad preguntó por las novelas de Isabel Allende y sobre el trámite de afiliación a la biblioteca,y, finalmente, el vecino más asiduo, devolvió aquel libro sobre la "Heroica Paysandú" y se llevó el de "Juceca". 
Al otro día un cura nos pidió "El Código Da Vinci". Ofreció en donación una gran cantidad y variedad de diccionarios y se fue al gimnasio. Un docente treintañero de Matemáticas vino buscando "Palabras Cruzadas" de Rollón, para leerlo en la playa, casi cuando estábamos cerrando. Alejandría seguía sintiéndose orgullosa de su biblioteca.
                                                                              BALTAZAR CHERRUTTI 

sábado, 9 de enero de 2016

Nuevas Crónicas del Templo 
de la SOCIEDAD OBSCURIANA DE EGIPTO (S:O:E:)

Distribuídos los hermanos y las hermanas de Nuestra Sociedad en unos cuantos refugios del MIDES, parroquias, sinagogas, mezquitas y templos umbandistas, lenta pero inexorablemente, aquella ha podido reorganizarse. Se ha pasado, sin más trámite, al trabajo proselitista nuevamente. Importancia clave ha tenido nuestro querido Hno. Johannes: vistiendo camisa de manga corta, corbata, pantalón de hilo, mocasines y sombrero de paja -con los ejemplares de Obscuri en el portafolios de correa larga colgando del hombro-, fue confundido con los Testigos de Jehová en una plaza suburbana.

-Hermano, ¿viene Ud. del "salón del reino" del pueblo Santiago Vázquez? -le preguntaron algunos integrantes de la iglesia fundada por Russell en 1874.
-¡No, no...! ¡Disculpadme, hermanos, pertenezco a la Sociedad Obscuriana de Egipto! 
-respetuosamente contestó el Hno. Johannes, mientras extraía del portafolios nuestra publicación.
-¡Mmmmh! No hemos oído de ella... -intervino una testigo.
-¿Acaso tiene algún vínculo con la masonería? -interrogó otra.
-¡Por Júpiter os juro de que no! ¡Absolutamente! -apresuróse a responder Johannes.
-¿"¡Por Júpiter!" ha dicho Ud.? Parece le agrada la mitología romana... -aportó un señor mayor de la misma colectividad.
-¡Por supuesto! ¡Nuestra Sociedad la venera junto a las mitologías del mundo entero! -visiblemente emocionado aclaró el redactor responsable de Obscuri.

  La amistosa conversación ya tenía una veintena de oyentes, vecinos y vecinas del barrio en su mayoría.Viendo la posibilidad de convertir a los Testigos de Jehová y a los demás, el Hno. Johannes alzando la voz preguntó:
-¿No les parece que, uno de los nombres del mencionado rey de los dioses era "Jove", y que éste se parece mucho al de vuestro Jehová ó Yavéh?... ¡Somos hermanos los testigos y los obscurianos! ¡Aleluya! ¡Albricias!
  Aquellos lo miraron con cierto temor y, dándose a entender que había bebido algún licor embriagante (grave ofensa para ellos), se fueron alejando lentamente. No hizo lo mismo la gente del lugar que, rodeando a nuestro infatigable misionero, se interesó por la permisividad para con el alcohol que tendría la Sociedad Obscuriana.
 Al informarles que se podía ser muy tolerante, siempre y cuando no se condujera una bicicleta, un "mosquito" o una patineta bajo sus efectos, aplaudieron y lo proclamaron "Enviado de Dionisos, Baco y Venus". En seguida lo pasearon en andas por la "Proyectada 40 Metros", la principal avenida de esa populosa barriada; volvieron al rato a la plaza y entonaron himnos a la trinidad pagana...

                                                                                                                            (Continuará)
                                                                                                                     Hno. Vituperius