sábado, 21 de febrero de 2015

La Odisea del Pedal

   ...Después recordé aquel comentario  (creo que de Galeano...): "(...) la utopía es como el horizonte; está para que caminemos hacia él, aunque nunca lo alcancemos...". Justamente fue lo que hice yo cuando traté de alcanzar aquella ciclista el otro día. 
  A una cuadra del puente sobre el Miguelete, me rebasó raudamente y manteniendo un rítmico pedaleo, me dejó a no menos de treinta metros durante cinco o seis kilómetros. Las subidas y bajadas se sucedían, algún semáforo y una sola curva, también, pero ella, la ciclista, se deslizaba (casi se diría) por el nuevo pavimento de los barrios del oeste. Escuchaba música con auriculares; ondulaba su camisa, atada a la cintura. La condición mecánica de mi bicicleta no colaboró mucho y la de ella estaba bastante mejor, con un piñón de varias velocidades, para empezar... Aunque por momentos dejaba de pedalear y giraba su cabeza para mirar por sobre su hombro, y de reojo, constatar que yo aún seguía detrás, como diciéndome "...¡dale, te espero, metele... pero tengo que estar en... a tal hora...!".
  Y volvía a aventajarme. Pensaría: "...a este tipo le hacen falta unas cuantas bananas; tiene el potasio bajísimo".  Al límite de mis fuerzas y al final de un repecho de setecientos metros, me rendí... 
  La ví alejarse y me pareció que giraba, nuevamente, su cabeza... Me bajé de la "chiva" y seguí caminando con ella.


Baltazar Cherrutti




  
Breve Diccionario de Mitología e Ideas Afines

Aborígenes.  Antiguos habitantes de la Italia central. Eran hijos de los árboles. Vivían errantes, sin ley ni organización. Su nombre significa "el pueblo original". Unidos a los troyanos, bajo la jefatura de Eneas, formaron el pueblo latino.

Agenor.  1) Rey de Fenicia, hijo de Neptuno y Libia. Se casó con Telefasa, con quien tuvo cuatro hijos: Europa, Cadmo, Fénix y Cílix. Cuando el rapto de la primera por Júpiter, Agenor ordenó a los otros hermanos que la buscaran y que no regresaran sin ella. No la encontraron y no volvieron.
  2) Uno de los cincuenta hijos de Egipto. Se casó con la danaide Cleopatra. 3) Hijo de Níobe y Anfión.

Fénix.  1) Ave originaria de Etiopía, venerada también por los griegos. Se asemejaba a un águila de gran porte, con plumaje rojo, azul y dorado. Único en su especie, no se reproducía como los demás animales. Según una versión, para asegurar su descendencia hacía una especie de nido con plantas aromáticas y hierbas mágicas cuando sentía la proximidad de la muerte. Después de prenderle fuego, se instalaba en su centro. De las cenizas surgía un nuevo fénix, que transportaba los restos del nido a la ciudad de Heliópolis, en Egipto. Allí era adorado el dios Sol, de quien se creía que el ave era una encarnación. 2) Tras la inútil búsqueda de su hermana Europa, Fénix se estableció en el lugar de la futura ciudad de Sidón, en Fenicia, país al que dio nombre.

Fuente: "Mitología (Enciclopedia de Mitos y Leyendas Greco-Romanos)", fascículo 1, 1973. Editorial Abril (Brasil).


lunes, 16 de febrero de 2015

Epístolas del hermano Johannes

                                               Segunda (Jo. 1:2)

                                          A Eros

  Este juego de re-vinculación con la mitología (con total respeto), me está resultando muy divertido. Debido a tu histórica ambigüedad de niñito de pañales, cuya absoluta inconciencia te impelía a lanzar flechas a diestra y siniestra; muy bien munido de pañales; como si el amor se hiciese pichí. ¡Claro que este fue un recurso posterior para representarte! En el principio esta inocencia era sustituída por una venda en los ojos (los tuyos) cosa de no ser arbitrario en los disparos, con los cuales infundir amor en los mortales todos. Y en este punto es que ando medio confundido, porque en alguna parte he leído que los antiguos griegos (o helenos, como a ellos les gustaba denominarse), te consideraban el principio del Cosmos. Cosmos como orden, ordenamiento. Aquel universo desprolijo, revuelto, donde todo estaba mezclado y entreverado, como el cuarto de mi cuñado; y había pedazos de todo y todo estaba separado; en aquel universo original, vos impusiste un principio: el de la atracción.
  Y "las cosas" comenzaron a juntarse, a atraerse, a fusionarse y, naturalmente a "ordenarse". ¡Andá a saber, en aquel despiole, dónde andaban la Luna, el Sol, el cielo, los árboles, mi suegra, etc.! Pero ese insuflar atracción hizo que se juntaran, y la verdad, te quedó fenómeno.
  ¡Claro está que de ese principio de atracción inicial, al amor hay un paso!
  ¿Vos te imaginás al árbol enamorado de la tierra que lo nutre? ¿O a la Luna, sonrojándose y brillando de ternura porque el Sol la mira? ¡Es fantástico! ¿O el mar que acaricia la arena con tacto de amante? Parecen fenómenos eternos, mágicos. Y son tu responsabilidad. ¡Naturalmente nada es para siempre! Y ésto, vos, debías tenerlo claro, porque respecto a los seres humanos las cosas fueron un poco diferentes. ¡Imaginate! Él o Ella reciben el "flechazo"; y no piensan, les rige el principio de la atracción (aquella impronta original), se acercan, se seducen, se acercan un poco más y ¡zaz!, se unen. ¡Hasta acá, todo bien! Un tiempo después; (vamos a saltearnos los accidentes particulares) Él o Ella, comienzan a "acostumbrarse". Ella ya no se cuida, Él se afeita menos, ambos empiezan a dar por sentado que "el otro" está seguro; a lo mejor tienen ya vástagos... ¡No importa! Algo se rompe. ¡Che! Una pregunta: ¿tus flechas tienen fecha de vencimiento en los seres humanos? Porque a lo mejor, de tu nombre deriva "erotismo", y ese término parece no tener nada que ver con el amor, sino con la reproducción. Y es ahí donde empieza mi confusión. ¿La atracción sexual es diferente del amor? ¿Son dos cosas distintas? ¿Son transitorias, aunque complementarias? ¿Tiene, la atracción sexual, límite de caducidad? No me queda claro. E incluso y para terminar: ¿cuántas flechas le disparás a personas diferentes a lo largo del tiempo o en un mismo momento? Porque conozco gente que es seducida por dos o tres personas al mismo tiempo; incluso concretan...
  Sé que vos sólo te limitás a disparar la flecha; que lo selectivo no entra en tus parámetros y que, tal vez, lo poligámico del asunto sea cuestión de otros dioses. O la influencia de tu papá (Zeus) que se cortejó todo el Olimpo y más allá. ¡En fin! Si en algún momento andás con tiempo, llamame por teléfono y nos reunimos a tomar un café. Te mando un abrazo y un afectuosísimo saludo a tu mami (Afrodita).

Hno. Johannes 
(Por la copia: Juan El Incierto)

domingo, 15 de febrero de 2015

El Pecado Adivinado

  En la ciudad de Bojara, un aguador le llevaba el agua a un joyero desde hacía ya, por lo menos, diez años. Tenía el joyero una mujer de hermosura sin par y muy religiosa, como nadie en el pudor y el recato. Cayó pues, un día el aguador como era su costumbre y vertió el agua en el aljibe que había en el patio, en presencia del ama de la casa, como había sucedido tantas y tantas veces sin que nada pasara, como no fuera el agua por el brocal. Pero de pronto, dejó el hombre caer el cubo al suelo y se acercó a la mujer, como si fuera otro, y le tomó la mano y la apretó y la acarició; luego se fue, todo sin decir palabra.
  Llegó más tarde el marido y la mujer le dijo:
      -Tienes que contarme qué hiciste hoy, en la tienda, capaz de enojar a Alá.
      -Nada he hecho, mujer, para enojar a Alá, ¡loado sea por toda la eternidad!
      -Mientes -replicó la mujer- sí que hiciste una cosa mala de las que enojan a Alá; si no me la dices tal como fue y sin escamotear nada, dejaré de ser tu mujer y no te veré más ni tampoco tú me verás.
     -Está bien -dijo el marido- voy a contarte todo lo que hoy ha sucedido: estaba yo sentado, como siempre,  en la tienda cuando entró una mujer y me encargó que le hiciera una pulsera; y luego se fue por donde había venido, quedando en volver al rato. Me apliqué pues, a la tarea, y le hice una pulsera de oro repujado y retornó ella y se la dí y se colocó en la muñeca la pulsera. Entonces, es cierto, al ver la blancura de su mano me maravillé ante tanta hermosura y recordé los versos del poeta:

                                                                          "En su brazo, la pulsera
                                                                          era llama milagrosa
                                                                          que sobre la nieve ardía"

  Es cierto, me maravillé y, no pudiéndome contener, fui y le tomé la mano y la acaricié.
   -¡Alá es grande! -exclamó la mujer. ¿Por qué cometiste semejante falta? Tú tienes la culpa. Has de saber que ese aguador que desde hace diez años viene entrando en nuestra casa, sin atreverse jamás a levantar los ojos para mirarme, hoy, justamente hoy, fue y me tomó la mano, como un desvergonzado y después la apretó, acariciándome.
   -¡Alá me perdone! -dijo el marido. Te aseguro que estoy arrepentido de lo que hice.
Voy a prosternar ante Alá mi corazón concrito.
   -¡Alá nos dispense su perdón a los dos -dijo la mujer- y nos conceda su bendición!     Al día siguiente llegó como siempre el aguador y se postró a los pies de la mujer.
   -Mi señora -exclamó- perdóname por lo que ayer Schaitán me obligó a hacer contigo, haciéndome caer en la tentación, sin que pudiera resistirlo.
   -Está bien -dijo la mujer- vete en paz que, después de todo, la culpa no es tuya sino de mi marido por lo que hizo en la tienda con otra mujer. Y cuentan que el joyero, al enterarse de lo que el aguador se permitiera con su mujer, había dicho: "Donde las dan, las toman. Si vuelvo a las andadas, volverá a ellas también el aguador con mi mujer". Y la frase del joyero quedó, desde entonces, como proverbio: donde las dan las toman. Y sigue siendo verdad.

"20 Cuentos Olvidados";  "Las Mil y Una noches" (Club del Libro, 1976, Montevideo). Editor: Miguel Cleffi. "(...) muy probablemente sus más remotos gérmenes narrativos hayan venido desde la India (...) reelaborados en Persia y  de ahí (...) al mundo árabe en cuya lengua aparece en el siglo X  o XI de nuestra era. (...)" . Prólogo de la citada edición.

viernes, 6 de febrero de 2015

BREVE DICCIONARIO DE MITOLOGÍA E IDEAS AFINES (2015)

Ecclesia. Asamblea del pueblo creada por Clístenes. Participan en ella todos los ciudadanos con servicio                        militar cumplido. Normalmente, sólo iban unos 2.000 ó 3.000, pero en casos graves se convocaba asamblea plenaria, alcanzándose un quórum de 6.000. La presidencia corresponde al presidente de los pritanos [consejeros de la junta administrativa, elegidos cada día por sorteo para custodiar el sello del Estado y las llaves del archivo y de los templos] y en las electorales a los nueve arcontes [magistrados de una ciudad griega; en Atenas, en cuanto a importancia, se hallaban detrás del rey, el basileus, el polemarca y el arconte epónimo; en el siglo VII a.C. pasaron a ser parte del Areópago con carácter vitalicio]. Tiene poder legislativo, judicial, control del ejecutivo y entiende en política exterior (...). La palabra iglesia derivó de ecclesia.

Hieromnémones. Funcionarios religiosos que unas veces aparecen como archiveros y otras como                                                 encargados de las finanzas, las fiestas o las propiedades de los templos. En algunas ciudades como Isa y Bizancio aparecen como magistrados epónimos. Los más conocidos son los representantes en Delfos de los países miembros de la anfictionía, en número total de 24. Los hieromnémones atenienses ostentaban su cargo durante un año.

 Fuente: "Aristóteles (Política)", Grandes Obras del Pensamiento; Ediciones Altaya, S.A., 1993, Barcelona. (Traducción, prólogo y notas: Carlos García Gual y Aurelio Pérez Jiménez).

domingo, 1 de febrero de 2015

APAGANDO FUEGOS PAGANOS

Eran esas leyendas paganas que movieron a que esa solterona prendiera fuego debajo de nuestra silla, sé que no te gusta hablar de religiones, ni cristianas ni paganas, por eso, no me explicaré como es debido; el humo negro entraba a nuestras fosas nasales, y con los vasos de agua que tomábamos hace poco, apagábamos el fuego, como si fuera un juego para niños... Tú seguías sentada debajo de las cenizas.
  Los ojos resplandecientes, bipolares, maniáticos de Julia, eran lo más terrible que me haya perseguido en esta vida. Lanzó otro fósforo a nuestra silla, el fuego lamía mis tobillos, y ella me instigaba, ¿eres o no eres?
 -¿Si soy o no soy? Pues no sé qué soy.
  Nunca lo supe.
  Tuve miedo (sabes lo difícil que es para mí confesártelo); no podía salvarnos; la pintura de los cuadros a mi alrededor se oxidaba.
  
 Una sombra bajó desde las cúpulas más altas, y ella me despertó.

                                                                                                           Marlene Izquierdo
(Punto Fijo,  Falcón,  Venezuela)