lunes, 1 de agosto de 2016

"Anatolio notaba con sorpresa que para él la verdad existía al mismo tiempo en la embriaguez de la vida y en su renuncia, en el triunfo de la materia y en el del alma, en la castidad y en la voluptuosidad. Su pensamiento era preciso. No sentía remordimiento alguno. Encontraba placer en las mismas dudas como en un juego nuevo; aquellas muelles y profundas olas de la vida, aquellas transiciones del cristianismo al paganismo no le atormentaban en modo alguno, antes bien, le halagaban. (...)"-. DEMETRIO MEREJKOWSKY, "La Muerte de los Dioses". (Ramón Sopena, editor. Barcelona, 1932)-. Traducción de Pedro Pedraza Páez.

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