sábado, 1 de agosto de 2015

Hacia fines del siglo XVI comienza a escasear el trabajo en  las catedrales europeas (la gran fuente de obras públicas); los francmasones (francmasons, freemasons) que eran los albañiles libres, obreros calificados, se organizan en logias (hoy las llamaríamos sindicatos) para reclamar al rey nuevas fuentes de trabajo. Poco después, con objeto de conseguir influencias, prestigio, comienzan a aceptar en sus logias a gentes que no son del oficio; generalmente se trata de personajes importantes que se denominarán los masones aceptados. Esta masonería, llamada moderna para distinguirla de una legendaria e improbable masonería de la antigüedad, se organiza en Inglaterra por ese entonces constituída originalmente por dichos francmasones. (...)
  Reclutará sus afiliados tanto entre los nobles como entre los burgueses y los clérigos. Muy pronto, las Logias registran nombres de filósofos, políticos, hombres de letras, reyes. Allí están, entre muchos otros: Locke, Goethe, Fichte, Krause, Lessing, Herder, Federico II de Prusia, Carlos III, José II. Allí están, también, los nombres de los filósofos de la Ilustración (Voltaire, Condorcet, Montesquieu), de los hombres de la Revolución Francesa (Dantón, Robespierre, Marat, Desmoulins); son masones los líderes de la revolución norteamericana (Franklin, Washington, Payne). Entre los propulsores de la frustrada revolución latinoamericana hay numerosos masones. (...) Bolívar, O'Higgins, San Martín y Alvear. (...)
  Surgida como una vertiente del racionalismo, conserva la creencia en Dios, Gran Arquitecto del universo, en la inmortalidad del alma y en la libertad del hombre. Acepta como adeptos tanto a católicos o protestantes como a mahometanos y judíos (aunque estos últimos sufrieron ya limitaciones en las logias alemanas del siglo XVIII). Su carácter ambiguo se manifiesta en todos los aspectos de su conducta. Afirma que no es una religión ni una secta religiosa, pero en verdad funciona como una gran secta que consigue unificar a sus heterogéneos integrantes por la afirmación de los principios políticos del liberalismo. Masonería y liberalismo son, pues, los dos rostros del espíritu del siglo. (...).


                                   Fuente: "Masones y liberales" (Enciclopedia Uruguaya), Manuel Claps. Fascículo 27. Editores Reunidos-Editorial Arca, Montevideo, 1969.

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