jueves, 26 de enero de 2017

"(...) La adoración de Isis, unida a la de Osiris, o a la del dios sincrético Serapis, fue resultado de la interacción de la antigua religión egipcia y helenista. Aunque el culto de Isis era evolución de una liturgia y una mitología hondamente arraigadas en el pasado de Egipto, pretendía tener una mayor importancia que un culto local o nacional. El antiguo Egipto tenía sus "misterios", en el sentido de sagrados rituales dramáticos, entre ellos la mitología de Osiris, dios que moría y resucitaba y que vino a ocuparse principalmente del destino del hombre en una vida futura (...). Tal como se desarrollaron los acontecimientos, los dioses egipcios no encontrarían fáciles las cosas en la propia Roma. Se trató varias veces, de manera periódica, en la segunda mitad del siglo I a. de J.C. y durante el reinado de Tiberio, de acabar con su culto. Por ejemplo, en el año 19 de nuestra era, se crucificó a los sacerdotes de Isis (...). Igual que en otros casos, con frecuencia se acusó a los fieles de ésta diosa de costumbres licenciosas. Pero (...) tenía un profundo contenido espiritual que se advierte en el famoso relato de las ceremonias de iniciación que aparece en las Metamorfosis o El Asno de Oro de Lucio Apuleyo (siglo II de nuestra era). (...)."-.

"Sociedades Secretas". Selección, introducción y epílogo de Norman MacKenzie. Alianza Editorial, Madrid, 1973. Aldus Books Ltd., London, 1967. (Extracto del capítulo cuarto: "Los Misterios", por Ninian Smart)-.

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