lunes, 16 de febrero de 2015

Epístolas del hermano Johannes

                                               Segunda (Jo. 1:2)

                                          A Eros

  Este juego de re-vinculación con la mitología (con total respeto), me está resultando muy divertido. Debido a tu histórica ambigüedad de niñito de pañales, cuya absoluta inconciencia te impelía a lanzar flechas a diestra y siniestra; muy bien munido de pañales; como si el amor se hiciese pichí. ¡Claro que este fue un recurso posterior para representarte! En el principio esta inocencia era sustituída por una venda en los ojos (los tuyos) cosa de no ser arbitrario en los disparos, con los cuales infundir amor en los mortales todos. Y en este punto es que ando medio confundido, porque en alguna parte he leído que los antiguos griegos (o helenos, como a ellos les gustaba denominarse), te consideraban el principio del Cosmos. Cosmos como orden, ordenamiento. Aquel universo desprolijo, revuelto, donde todo estaba mezclado y entreverado, como el cuarto de mi cuñado; y había pedazos de todo y todo estaba separado; en aquel universo original, vos impusiste un principio: el de la atracción.
  Y "las cosas" comenzaron a juntarse, a atraerse, a fusionarse y, naturalmente a "ordenarse". ¡Andá a saber, en aquel despiole, dónde andaban la Luna, el Sol, el cielo, los árboles, mi suegra, etc.! Pero ese insuflar atracción hizo que se juntaran, y la verdad, te quedó fenómeno.
  ¡Claro está que de ese principio de atracción inicial, al amor hay un paso!
  ¿Vos te imaginás al árbol enamorado de la tierra que lo nutre? ¿O a la Luna, sonrojándose y brillando de ternura porque el Sol la mira? ¡Es fantástico! ¿O el mar que acaricia la arena con tacto de amante? Parecen fenómenos eternos, mágicos. Y son tu responsabilidad. ¡Naturalmente nada es para siempre! Y ésto, vos, debías tenerlo claro, porque respecto a los seres humanos las cosas fueron un poco diferentes. ¡Imaginate! Él o Ella reciben el "flechazo"; y no piensan, les rige el principio de la atracción (aquella impronta original), se acercan, se seducen, se acercan un poco más y ¡zaz!, se unen. ¡Hasta acá, todo bien! Un tiempo después; (vamos a saltearnos los accidentes particulares) Él o Ella, comienzan a "acostumbrarse". Ella ya no se cuida, Él se afeita menos, ambos empiezan a dar por sentado que "el otro" está seguro; a lo mejor tienen ya vástagos... ¡No importa! Algo se rompe. ¡Che! Una pregunta: ¿tus flechas tienen fecha de vencimiento en los seres humanos? Porque a lo mejor, de tu nombre deriva "erotismo", y ese término parece no tener nada que ver con el amor, sino con la reproducción. Y es ahí donde empieza mi confusión. ¿La atracción sexual es diferente del amor? ¿Son dos cosas distintas? ¿Son transitorias, aunque complementarias? ¿Tiene, la atracción sexual, límite de caducidad? No me queda claro. E incluso y para terminar: ¿cuántas flechas le disparás a personas diferentes a lo largo del tiempo o en un mismo momento? Porque conozco gente que es seducida por dos o tres personas al mismo tiempo; incluso concretan...
  Sé que vos sólo te limitás a disparar la flecha; que lo selectivo no entra en tus parámetros y que, tal vez, lo poligámico del asunto sea cuestión de otros dioses. O la influencia de tu papá (Zeus) que se cortejó todo el Olimpo y más allá. ¡En fin! Si en algún momento andás con tiempo, llamame por teléfono y nos reunimos a tomar un café. Te mando un abrazo y un afectuosísimo saludo a tu mami (Afrodita).

Hno. Johannes 
(Por la copia: Juan El Incierto)

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