lunes, 1 de diciembre de 2014

EL CAMINO

Cerrando los ojos entro en la modorra. Veo un esquelético, torcido y seco árbol sin hojas del cual cuelgan leves, traslúcidas esferas que encierran mis sueños por cumplir: dos, cuatro, seis y la séptima que se pierde en el cielo. Me pregunto si será un sueño ya cumplido o alguno que no se realizará. Muy cerca, apoyada sobre una vieja, resquebrajada columna hermética, (con ése su capitel de dos cabezas, mirando una el pasado, la otra mi futuro), veo mi imagen muy joven, andrógina y desnuda que observa una clepsidra en el césped, esperando que marque la hora de empezar el camino por primera vez sin las manos que hasta ahora me acompañaron.
    Sola.
    Para escalar las montañas de mi tiempo por vivir hasta llegar a la cumbre de la más alta de ellas, donde entre nubes pájaros se encuentra la gran casa como un templo, en que descansaré el día que deje de durar.

                                                                                                         Bocha Gove
                            Publicado en el folleto literario "Cosas de la Bocha Gove" (Mdeo. 2014).  


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