Salía del cumpleaños de un amigo; eran cerca de las dos de la mañana y, por una calle céntrica, me encaminaba hacia la parada del ómnibus. A unas cuadras nos cruzamos: tendría veinticinco años. Una belleza común enmarcaba su rostro y su cuerpo.
-"¡Flaco, me faltan unas monedas para un vino...!" -me dijo de entrada.
-"Creo que algo tengo..." -respondí.
-"¿Vas a laburar?... ¡Si querés te invito con un saque y...!" -agregó, algo impaciente pero amable.
-"¡Sí, voy a laburar...! Ahora me pasa el bondi de las 2 y si lo pierdo... -le contesté mientras le daba unos pesos. Los aceptó y deseándole suerte toqué apenas su hombro derecho. Seguí, un poco más apurado, rumbo a la parada. Llegué, esperé unos minutos y vino; subí, pagué el boleto y me senté.
Seguro que era una sacerdotisa de Baco que a esas horas volvía a su templo.
Vituperio
No hay comentarios:
Publicar un comentario